He aquí algunas de las
expresiones del obispo de Roma, el papa Francisco, dirigida a quienes en todo
el mundo pretenden vivir la vida cristiana y llamarse cristianos:
”.“Encontrar
a Jesús fuera de la Iglesia no es posible. El gran Pablo VI decía que es una
dicotomía absurda querer vivir con Jesús sin la Iglesia, seguir a Jesús fuera
de la Iglesia, amar a Jesús sin la Iglesia”
“llevando el nombre de Jesús en el seno
de la Santa Madre Iglesia, jerárquica y católica, como decía san Ignacio de
Loyola”.
Lo menos que podemos estar es totalmente de acuerdo con lo expresado por el
Obispo de Roma. El solo está expresando lo desarrollado por el obispo Agustín
de Hipona en el siglo V. Pero lo que no tenemos claro, es a quien le dirige
estas sabias palabras: a sus oyentes en el momento de pronunciarlas o a todo el
orbe. Lo que sí podemos inferir, por lo dogmático de las mismas, que éstas
tienen alcance universal, por lo cual podemos deducir, también están dirigidas
a todo aquél que invoca el Nombre de Jesús como su Salvador.
Todo aquel que ha confesado que Jesucristo, el Hijo
Unigénito de Dios, quien es igual a Dios y es Dios, vino en carne, nacido de la
virgen María por el poder del Espíritu Santo, quien es Señor de todos y Salvador
de los que lo confiesan con su boca como Señor, creyendo en El y recibiendo el bautismo en
agua, confesando nuestros pecados y arrepintiéndonos de ellos; somos nacidos de nuevos y hechos participes en el
Cuerpo de Cristo de la Vida Eterna.
Todos los que somos bautizados en su Nombre, estamos
revestidos del Cuerpo de Cristo, somos el Cuerpo de Cristo, somos hechos
miembros en particular de su Cuerpo, esto es la Iglesia..
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, esto lo sabemos todos los
que somos enseñados en la Palabra de Dios. Esta verdad, es la Verdad del
Evangelio. Somos el Cuerpo de Cristo, cuya cabeza está en los cielos, esto es
Jesucristo el Señor.
Por ello podemos afirmar, como lo hace el obispo de Roma,
que solo los que están en el Cuerpo de Cristo, esto es la iglesia, pueden
amarlo, adorarlo, crecer en El y participar de su Vida.
La Iglesia es una sola: Santa, Católica y Apostólica, quien
es también Madre de todos los creyentes, porque en ella nacemos para el Reino
de Dios por la predicación del Evangelio de Salvación.
Esta Iglesia, Santa Madre Católica y Apostólica está
fundamentada sobre la Roca Eterna que es Cristo Jesús el Hijo de Dios, a
diferencia de la iglesia Católica Apostólica y Romana que está fundamentada
sobre el apóstol Pedro.
La Santa Madre Iglesia Católica Apostólica, fundamentada
sobre Cristo, la Roca Eterna, está construida con la Palabra de Dios anunciada
por los Profetas, Apóstoles y el mismo Hijo de Dios; la iglesia católica
apostólica Romana, está construida sobre la arena, en enseñanzas de hombres
alejados de Cristo y de Dios, por lo cual su ruina será grande, por haber
pervertido el Evangelio de Cristo, enseñando herejías, blasfemias y doctrinas
de demonios.
Por lo cual. El obispo de Roma, cimentado sobre la Roca
Eterna, debe conducir al rebaño católico apostólico Romano a Cristo, para que
lo confiesen como Señor, nacer de nuevo y abandonar toda herejía y blasfemia
que la iglesia de Roma ha enseñado, siguiendo un evangelio diferente al
Evangelio Eterno predicado por los Apóstoles y apartándose de Dios.
Todos los que amamos a Cristo, siendo parte del Cuerpo de
Cristo, esto es, de la Santa Madre Iglesia Católica y Apostólica, debemos orar
por el obispo de Roma, para que conduzca de vuelta al rebaño de ovejas de
Cristo, el rebaño que está bajo su cuidado. Solo el poder del Espíritu de Dios
puede lograr esta magna y santa obra, por lo cual Francisco necesita de
nuestras oraciones, porque tendrá grandes luchas contra las fuerzas de las
tinieblas antes de alcanzar este objetivo.