sábado, 25 de mayo de 2013

¿SOMOS O NO DIOSES SEGÚN LA BIBLIA?


II PARTE

En esta segunda entrega  de tres, del estudio de las Escrituras para determinar si ellas declaran que somos dioses por ser hijos de Dios, según lo declara el pastor Cash Luna basándose en la Biblia;  seguiremos escudriñando el salmo 82.

Debo recordarles que este estudio nace de la necesidad de analizar lo expresado por el pastor Cash Luna y contestado por el pastor Ureña del ministerio Antes del Fin. El pastor Ureña considera una herejía el llamarnos dioses porque esto fue lo que le ofreció Satanás a Eva: “serán como dioses”.

 

SALMO 82

Dios está en la reunión de los dioses;
En medio de los dioses juzga.
¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,
Y aceptaréis las personas de los impíos? Selah
Defended al débil y al huérfano;
Haced justicia al afligido y al menesteroso.
Librad al afligido y al necesitado;
Libradlo de mano de los impíos.
No saben, no entienden,
Andan en tinieblas;
Tiemblan todos los cimientos de la tierra.
Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo;
Pero como hombres moriréis,
Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
Levántate, oh Dios, juzga la tierra;
Porque tú heredarás todas las naciones.


Solo para reforzar lo expuesto en la primera entrega, he aquí varias citas bíblicas que mencionan a Dios en medio de los dioses, enseñándonos que hay dioses en compañía de Dios.

Salmos 95:3
Porque Jehová es Dios grande, Y Rey grande sobre todos los dioses. 


Salmos136:2
Alabad al Dios de los dioses, Porque para siempre es su misericordia.
Salmos138:1
Te alabaré con todo mi corazón; Delante de los dioses te cantaré salmos.

Deuteronomio 10:17
Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho;


Josué 22:22
Jehová Dios de los dioses, Jehová Dios de los dioses, él sabe, y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra Jehová, no nos salves hoy.

 Alguno podrá argüir que se refiere a los demonios o los falsos dioses de las naciones paganas; pero la misma Palabra de Dios nos enseña que ellos en realidad no son dioses. ¿Entonces sigue en pie la pregunta: ¿A qué dioses se refiere la Palabra de Dios, cuando menciona muchas veces, Dios de dioses o en medio de los dioses?

Al escudriñar este salmo 82, encontramos una declaración sorprendente e impactante de parte de Dios: “Yo dije: vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo”

Inmediatamente buscamos minimizar esta declaración diciendo “vosotros sois pequeños dioses”, pero la declaración de Dios es clara e irrefutable: “vosotros sois dioses”.

Creo sin lugar a dudas, que para dar con el significado indudable de esta expresión, debemos respondernos a la pregunta: ¿A quién le dice Dios “vosotros sois dioses”?

Creo necesario descartar de plano, que esta declaración de la Palabra de Dios es un error de traducción o un pensamiento humano trasmitido por el profeta.

Si aceptamos que es la Palabra de Dios, entonces debemos aceptar que es una Verdad declarada que permanece inmutable en los cielos por toda la eternidad. También debemos aceptar que Dios no se arrepentirá de haberlo dicho porque Dios no es hombre para que se arrepienta, tampoco es una mentira, porque es imposible que Dios mienta.

Es una Verdad dicha por Dios. Lo único que nos queda es entender a quién le es dicho: “vosotros sois dioses…”

No es necesario ir muy lejos. La misma porción de este salmo nos da la clave. Afirma: “Yo dije: vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo”. No encuentro ninguna dificultad en aceptar que toda esta expresión encierra una declaración única  dirigida a receptores únicos. Esto significa que a quienes Dios dice “sois dioses; también les dice sois hijos de Dios”.

La expresión “Yo dije”, expresa una voluntad irrevocable y de obligatorio cumplimiento. Solo Dios puede declarar que algo que no es; sea. El llama las cosas que no son como si fuesen. Es un decreto divino; es un poder ejecutado. Es una potestad delegada. Esta declaración está acorde con lo dicho por Juan el apóstol: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Considerando el contexto en el cual se hace esta declaración, podemos determinar que cada miembro del pueblo de Dios, sea judío en su momento  o sea cristiano, quienes tienen la facultad de juzgar a sus pares en cuanto están en la carne, y si son de la fe de Abraham, al mundo y a los ángeles en la regeneración; son declarados por Dios, hijos de Dios que es lo mismo que declararlos dioses, porque son engendrados por Dios según lo declara Juan 1:12.

Los hijos de Dios no son creados; son engendrados por Dios el Padre mediante la fe en Jesucristo su Hijo Unigénito quien murió y resucitó de entre los muertos. Los hijos de Dios somos nueva criatura, nacidos de nuevo del agua y del Espíritu.

Los hijos de Dios, engendrados por Dios mediante la fe, hemos sido crucificados juntamente con Cristo y juntamente con Cristo hemos resucitado y ahora andamos en novedad de vida. Pero aún estamos en este cuerpo mortal, vendido al pecado y del cual debemos ser librados. La liberación de este cuerpo mortal se dará en la Venida de Cristo a la final trompeta, cuando seamos transformados en un abrir y cerrar de ojos y lo mortal sea absorbido por la inmortalidad.

En 1Co.15:45-54 encontramos esta joya de la Escritura Santa:

“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

En el presente estamos en un proceso de transformación, que se dio inicio tan pronto creímos y confesamos a Cristo como Señor por el Espíritu de Dios, porque nadie puede llamar a Jesús Señor sino es por el Espíritu de Dios, y recibimos el bautismo en agua. Este proceso continúa durante toda nuestra vida de cristianos, si es que somos guiados por el Espíritu de Dios y andamos según el Espíritu no satisfaciendo los deseos de la carne.

Dice la Escritura que traeremos la imagen del Hombre celestial, esto es Cristo, cuando se de nuestra  transformación en su manifestación. Entonces seremos semejante en todo a El como nos lo dice Juan en su primera carta:

“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”

Juan da en el clavo en este pasaje. Nos dice que en el presente momento o sea ahora, somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado lo que hemos de ser o sea aún no se ha manifestado lo que seremos delante de Dios. Cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a El, seremos dioses o hijos de Dios en Plenitud, siendo Cristo el primero entre muchos hermanos, quien compartió con nosotros nuestra humanidad para poder redimirnos para Dios.

Lo que somos en Cristo, aún no se ha manifestado, pero tenemos esta esperanza, este tesoro en vasos de barro, para que cuando El se manifieste, seamos transformados como El es. Por eso dice la Escritura que nuestra vida está escondida en Cristo en los cielos.

Esto es de suma importancia, porque hay algunos que tuercen las Escrituras, enseñando que somos dioses ahora y por eso podemos hacer maravillas y prodigios, utilizando la palabra creativa que sale de nuestros labios, para obtener cualquier cosa que pidamos.

Cuando Cristo se manifieste en su segunda venida, cuando los muertos resuciten en gloria y los que vivamos seamos transformados, es cuando se cumplirá la Palabra, que seremos semejantes a El y traeremos su imagen. No antes.

Ser hijos de Dios conlleva el ser dioses delante de Dios. Es un decreto divino al cual no debemos oponernos.

Esta Palabra de Dios es difícil de aceptar, si no la comprendemos en la dimensión que abarca. El que entendió en su justa dimensión esta porción de la Escritura, fue el Señor Jesucristo en los días de su carne.

En la próxima y última entrega abundaremos aún más sobre el tema.

Bendiciones

miércoles, 22 de mayo de 2013

¿SOMOS O NO SOMOS DIOSES?

I PARTE

A mis lectores les comunico un pequeño giro en la visión de este blog. Inicialmente pretendíamos ir confrontando las inconsistencias de los dichos del Obispo de Roma con la Palabra de Dios y hacer docencia espiritual basándonos en las Sagradas Escrituras, pero ante la abundancia de material herético que está surgiendo en los últimos tiempos, hemos considerado que debemos incluir no solo las inconsistencias del Papa Francisco, sino también las inconsistencias de algunos líderes religiosos evangélicos.

En los últimos años, el engaño en la Iglesia del Señor Jesucristo se ha incrementado de una forma alarmante. Entendiendo el peligro que enfrentan las almas redimidas por el sacrificio realizado en la cruz del calvario por el Hijo de Dios, quien se entregó a la muerte por nosotros, hemos considerado abordar algunos de los errores doctrinales más devastadores que hoy hacen presa de los cristianos débiles en la fe.

Hace poco, el pastor Cash Luna de Guatemala, y líder espiritual de una mega iglesia en aquella nación y con millares de seguidores en todo el mundo con la ayuda de la Internet, hizo una afirmación sorprendente: los cristianos somos dioses, por tanto somos Jehová Junior, enfatizando que por ser hijos de Jehová, debemos entender que somos junior de Dios.

Ante semejante declaración, muchos pastores, entre ellos el pastor Dawlin Ureña del ministerio Antes del Fin, salió a contender en contra del pastor Luna, tildándole de hereje entre otros calificativos.

 

El tema desarrollado por el pastor Cash Luna y refutado por el pastor Ureña, es “somos dioses según la Escritura”. Queremos, con la ayuda del Espíritu de Dios, abordar este tema y buscar la Verdad establecida por Dios. Para ello haremos un estudio de varios pasajes de las Sagradas Escrituras y dilucidar si es Verdad que somos dioses o no.
 

Hay 2 pasajes fundamentales para entender el tema: el salmo 82 y Juan 10:32-36. Estaremos examinando ambos a la luz de otros pasajes bíblicos, que nos ofrezcan la suficiente claridad para entenderlos.  

 

SALMO 82

Dios está en la reunión de los dioses;
En medio de los dioses juzga.
¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,
Y aceptaréis las personas de los impíos? Selah
Defended al débil y al huérfano;
Haced justicia al afligido y al menesteroso.
Librad al afligido y al necesitado;
Libradlo de mano de los impíos.
No saben, no entienden,
Andan en tinieblas;
Tiemblan todos los cimientos de la tierra.
Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo;
Pero como hombres moriréis,
Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
Levántate, oh Dios, juzga la tierra;
Porque tú heredarás todas las naciones.


LA REUNIÓN JUDICIAL DE DIOS ACOMPAÑADO DE  DIOSES

Este es un salmo extraño y difícil de entender. Existen en él algunas declaraciones, que por  ser ciertas, debemos procurar entenderlas a cabalidad.

Lo primero que salta a nuestra vista es que Dios asiste a una reunión llamada “la reunión de los dioses”. Tendríamos que preguntarnos inmediatamente ¿A qué dioses se está refiriendo la Palabra de Dios y a qué reunión y cuando se lleva a cabo?

Cuando respondamos a estas interrogantes, nos acercaremos cada vez más a lo que Dios y su Palabra nos enseñan.

Hay una reunión de dioses a la cual  Dios asiste. Y esta reunión, pareciera indicar el salmo, es una reunión legal o de juicio, porque declara el pasaje que en medio de esos dioses que están en la reunión, Dios hace juicios o ejerce su función de Juez.

Para poder entender mejor este pasaje e identificar a estos dioses con los cuales Dios está reunido, tenemos que responder a las preguntas: ¿En qué momento Dios Juzga antes del Juicio Final? ¿En que momento ejercerá  Dios su atributo de Juez de toda la tierra, Juez de vivos y muertos?

El salmo continúa diciendo: “¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,
Y aceptaréis las personas de los impíos?”, dando a entender que Dios le está haciendo un reclamo de hacer juicios justos  a alguien o a un grupo, que no están haciendo juicios correctos. ¿A quién o quienes  Dios  les ha dado facultad de juzgar recta y justamente?

Es fácil entender que se está refiriendo a hombres que son llamados a hacer juicios justos de parte de Dios, porque la misma porción así lo establece al definir que se están juzgando hombres y se está aceptando a hombres impíos en medio de estos juicios.

¿A quienes dio Dios facultad de hacer juicios justos?

LOS ISRAELITAS RECIBIERON LA FACULTAD DE JUZGAR ENTRE EL PUEBLO DE DIOS.

Dios contempló que en su pueblo Israel, se estableciesen hombres aptos e idóneos en su Palabra, para que juzgaran a sus hermanos; pero, demandaba de ellos que juzgaran con justicia y rectitud.

En Levítico 19:15 se lee:



“No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo.”

En la Ley de Dios dada a su pueblo Israel, se contempla el ejercer juicios con justicia de parte de los jueces en Israel.

Moisés, estando en el desierto y como el pueblo era grande, nombró hombres sabios para que fuesen jueces en medio del pueblo.

Está escrito en el libro de Éxodo 18:17-26

“Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.
Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. 



Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios.
Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer.



Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.



Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.
Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar. 



Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo.
Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez.
Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño”


Está claro que Moisés entendía que el pueblo de Dios necesitaba jueces que atendieran los asuntos que pudiesen suscitarse entre ellos y que necesitarían ser juzgados por hombres sabios y justos.

Moisés les daría   instrucción en la Palabra de Dios, recibida como ordenanzas y leyes para el pueblo y los pondría  a juzgar entre sus hermanos, de acuerdo a lo establecido por Dios, recordándoles que el juicio que ellos harían sería un juicio de Dios, como está escrito en Deuteronomio 1:17 “No hagáis distinción de persona en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis; no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios” 

Es indudable que Dios espera justos juicios de aquellos que han recibido la facultad de juzgar entre su pueblo Israel.

Otros pasajes de la Escritura nos enseñan que Dios espera que los jueces en medio de su pueblo, juzguen conforme a su corazón y está al tanto de cómo los jueces de su pueblo juzgan. Los jueces del pueblo de Dios deben ejercer su oficio bajo la estricta mirada de Dios.

 

En Ezequiel 45:9 podemos leer:
“Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Basta ya, oh príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia; quitad vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice Jehová el Señor.


En Hechos 23:3 leemos:
Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?


Estos pasajes de la Escritura nos enseñan que los judíos, como pueblo de Dios y receptores de la Ley de Dios, estaban facultados para ejercer juicios justos entre el pueblo y Dios esperaba de sus jueces, que actuaran con justicia.

LOS CRISTIANOS TAMBIEN DEBEN HACER JUICIOS SOBRE CRISTIANOS

Pero todavía hay más. Cuando Cristo el hijo de Dios es enviado a la tierra a morir por nuestros pecados y resucita para nuestra justificación, Dios establece un pueblo santo, santificado por la fe en la sangre de su Hijo. Llama a este pueblo, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncie las virtudes de Aquél que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Este pueblo que El compró con su sangre, también tiene y tendrá la facultad de juzgar.

El apóstol Pablo en su primera carta a los corintios nos dice:

“Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? 

Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros.”

Notemos que el apóstol en este pasaje de la Palabra de Dios, señala que no debemos juzgar a los que están fuera de la iglesia, porque a ellos los juzgará Dios, pero afirma la facultad de cristianos juzgar a cristianos en los asuntos de esta vida.

Dios no solo espera que juzguemos entre nosotros nuestros asuntos, sino que emitamos sentencias justas.

NOSOTROS JUZGAREMOS AL MUNDO Y A LOS ANGELES EN EL DÍA DEL JUICIO JUNTAMENTE CON CRISTO.

Sigue diciendo el apóstol: “¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos?
¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? 

Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia?
Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos”
 
La Biblia claramente nos demuestra que los cristianos deben juzgar entre   cristianos las cosas referentes de esta vida.
 
Notemos que en la primera porción de este pasaje de las Escrituras, el apóstol dice claramente que no debemos juzgar a los de afuera, porque a éstos los juzgará Dios; pero casi de inmediato, parece contradecirse a sí mismo al afirmar “¿…no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? ¿Cómo conciliar esta aparente contradicción?
 
A mi entender, cuando dice que la iglesia no debe juzgar a los que están fuera de la iglesia, se está refiriendo al tiempo en que estemos en este mundo, en la esperanza del Retorno de Cristo; pero cuando señala que hemos de juzgar al mundo, se está refiriendo al Día del Juicio, cuando juntamente con Cristo juzgaremos al mundo. Compartiremos con Cristo esta potestad que Dios Padre le ha delegado.

En Mateo 19 leemos: “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.”
En esta porción escritural, se establece sin lugar a dudas que los 12 apóstoles juzgarán a las 12 tribus de Israel, en el día de la Regeneración. Se confirma en esta parte de las Escrituras  e  esta Palabra, que el Señor Jesucristo delega en sus esta parte de la Escritura, que los judíos juzgarán a los judíos en cuanto estemos en esta vida; pero en el tiempo de la instauración del Reino de Dios en la tierra, los 12 apóstoles, todos ellos judíos, recibirán la potestad de juzgar a judíos en su Nombre. Aquí cabe el interrogante: ¿Si los apóstoles juzgarán a los judíos; quién juzgará a los gentiles?
No tengo la menor duda de que los gentiles serán juzgados por gentiles juntamente con el Señor.
Basado en la evidencia bíblica presentada hasta aquí, podemos afirmar que Dios se complace que en medio de su pueblo existan hombres llenos de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia y sean jueces que juzguen entre el pueblo los asuntos que generan disputas.
La Biblia también nos enseña que el Señor Jesucristo juzgará al mundo y los secretos de los hombres, quien a su vez delegará en sus siervos esta potestad. Para ello, el Padre ha establecido un día para el Juicio.

Estas aseveraciones están conforme al libro de los Hechos 17 y a Romanos 2 “…por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” Y “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”

Pero hay más. En la Biblia encontramos gran cantidad de referencias al juicio que hará Dios a los hombres.

Veamos algunos pasajes que nos hablan que el Juicio le es dado al Señor Jesucristo y a sus siervos, los santos del Altísimo.

Isaías 32:1
He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio.


2 Timoteo 4:1

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,”

1 Pedro 4:5
“pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.”


Daniel 7:9,10,13,14,18,22,27
“Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.


Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.”

…”Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.”

…” Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.”

…” hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino.”

…” y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.”

Apocalipsis 20:4
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”          


Podemos hasta aquí, establecer de acuerdo a las Escrituras lo siguiente:

·         Los judíos fueron juzgados por judíos sabios, varones de virtud y conocedores de la Palabra, por mandato de Dios a través de Moisés.

·         Los gentiles, dentro de la iglesia, fueron juzgados por varones llenos del Espíritu Santo, de virtud, temerosos de Dios y conocedores de la Palabra de Dios, por mandato de Dios a través de los apóstoles.

·         Estos juicios llevados adelante por hombres de Dios, deberían ser de acuerdo a la Palabra y la justicia divina, porque juzgaban en nombre de Dios, entendiendo que el juicio era de Dios.

·         En cuanto tuvieran en esta tierra, no debían juzgar al mundo ni a los que están en el mundo.

·         Dios Padre ha establecido un día en que los hombres serán juzgados por sus obras y por los secretos de sus corazones. Ese día, es el Día del Juicio Final

·         Dios Padre le ha delegado esta potestad de juzgar en el Día del Juicio a los hombres, a su Hijo Jesucristo, quien a su vez la delega en los santos para que juntamente con Él hagan el juicio.

·         Los apóstoles juzgarán a los judíos en el Juicio Final;  gentiles juzgarán a los gentiles.

·          El que está facultado para juzgar a los hombres en el Día del Juicio, es Nuestro Señor Jesucristo y quienes Él ha dado potestad para ello.

·         Hay 2 clases de juicios que Dios ha establecido que sean ejecutados por su pueblo: los juicios antes de la Regeneración y los juicios en la Regeneración.

Todas estas citas bíblicas arrojan luz sobre la primera parte del salmo 82 y nos permiten entender la Palabra que dice: “Dios está en la reunión de los dioses;
En medio de los dioses juzga.”

En la siguiente entrega estaremos desarrollando aún más este salmo y el sentido de la declaración encerrada en él.

Que las bendiciones del Altísimo sean sobre cada uno de Uds. 
 
enlaces para los videos de la controversia:
 
 

domingo, 12 de mayo de 2013

¿QUIEN SANTIFICA, DIOS O EL PAPA FRANCISCO?


LOS SANTOS MARTIRES DE OTRANTO Y EL PAPA FRANCISCO

 Hoy en el Vaticano, el obispo de Roma elevó a los altares, canonizando como santos a 800 mártires cristianos, decapitados en el año 1480 a manos de los islamistas.

 

A la luz de las Escrituras, el obispo de Roma está atrasado y alejado de la Soberanía de Dios, porque estas personas, si creyeron en Cristo Jesús el Hijo de Dios, lo confesaron como Señor y Dios, fueron bautizados en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo; fueron declarados santos por Dios Padre en aquél preciso momento de su confesión, hace más de 553 años.

 

Jesús mismo nos enseñó que es el Padre Dios quien nos santifica por medio de El y de su Palabra: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”

 

El apóstol Pablo en Su carta es enviada a los santificados en Cristo Jesús  es claro al afirmar con su autoridad apostólica que todo aquel que invoca el Nombre de Jesucristo es santo: “Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes,
a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo”

 

En otra parte de las Escrituras leemos: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,
diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré.” Enseñándonos este pasaje que Uno es quien santifica, esto es Dios Padre, por medio de su Hijo Jesucristo; no por medio de un ritual humano como el llevado a cabo por el obispo de Roma.

 

También en otra parte, el mismo apóstol declara: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” ¿Cómo es posible que el obispo de Roma esté llevando un proceso de canonización de estos 800 cristianos que ya fueron santificados en el Nombre del Señor Jesús y por el Espíritu Santo? ¿Pretende el obispo de Roma que la santificación llevada a cabo por él, tiene mayor valor que la efectuada por el Dios Eterno?

 

A mi entender, estamos frente a una perniciosa herejía, que busca invalidar la Palabra de Dios, incluso lo determinado por el Altísimo. El obispo de Roma por seguir y cumplir una Tradición de la iglesia de Roma, ignora la Escritura y la Tradición Católica Apostólica de la Iglesia de Cristo.

 

Para si queda alguna duda acerca de que las Escrituras llama santos a todos los que invocan el Nombre del Señor Jesucristo, arrepintiéndose de sus pecados y siendo bautizados; he aquí más evidencias bíblicas y de la Tradición Católica Apostólica:

 

“Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida.
Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.“ Note que el apóstol Pedro visitaba a los santos que habitaban en Lidia.

 

El apóstol Pablo manifiesta antes de ir a Jerusalem: “Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén” Sin lugar a dudas, el apóstol amado nos enseña que los santos son todos aquellos que invocan el Nombre de Cristo y son miembros del Cuerpo de Cristo, porque siendo Cristo Santo, todo su cuerpo tiene que ser santo; y, nosotros somos miembros del cuerpo de Cristo.

 

Pudiera abundar en citas de las Sagradas Escrituras pero considero suficiente las que he expuesto, para demostrar que el obispo de Roma perpetúa un error doctrinal al pretender canonizar para llamar santos a quienes ya Dios Padre ha santificado y murieron siendo santos por su fe en Cristo Jesús.

 

Esta noticia de la canonización de los mártires de Otranto, tiene también relevancia porque trae a la luz un hecho del pasado, que sin lugar a dudas retrata el móvil del islam radical, que en nuestros días está tomando vigencia imparable entre los países árabes.

 

En el Medio Oriente, en el Norte de Africa y en muchos países asiáticos, el islam radical toma cada vez más fuerza y beligerancia en los asuntos de Estado en sus países. En esta historia de los 800 mártires cristianos, recogemos el mensaje mudo de su testimonio: Todo aquél cristiano que rehúse apostatar de su fe, ante el avance irresistible del poder islámico, debe estar dispuesto a perder su cabeza por decapitación, atesorando más morir por su fe en Cristo el Hijo de Dios, que vivir sin El.

 

No abrigo ninguna duda, que el islam radical se apoderará de los países árabes y conformarán una Fuerza imperialista que se extenderá por todo el mundo, subyugando a las naciones y obligando a las gentes a abrazar el islam; quien no lo haga, será decapitado o sometido a atroces sufrimientos. Muchos cristianos apostatarán de su fe. Será el tiempo de la gran Apostasía.

En el diario digital, diariovasco.com podemos leer:

"¿Dónde encontraron la fuerza para permanecer fieles? Precisamente en la fe, que nos hace ver más allá de los límites de nuestra mirada humana. Queridos amigos, conservemos la fe que hemos recibido y que es nuestro verdadero tesoro, renovemos nuestra fidelidad al Señor, incluso en medio de los obstáculos y las incomprensiones", afirmó.

El Obispo de Roma aseguró que Dios no abandonará a los hombres y no dejará que les falten las fuerzas ni la serenidad.

"Mientras veneramos a los Mártires de Otranto, pidamos a Dios que sostenga a tantos cristianos que, precisamente en estos tiempos y en tantas partes del mundo, todavía sufren violencia, y les dé el valor para ser fieles y para responder al mal con el bien", agregó.

El pontífice manifestó que los nuevos santos son ejemplos luminosos, pero que también cuestionan la vida de los cristianos y hacen que se pregunten si son fieles al Señor y capaces de mostrar la fe "con respeto, pero también con valentía".

El martirio de los 800 mártires de Otranto, de los que sólo se facilita el nombre de uno, Antonio Primaldo, se encuadra en el contexto bélico entre cristianos y musulmanes que dominó durante mucho tiempo las relaciones entre Europa y el Imperio Otomano.

Tras la caída de Constantinopla, en 1453, el emperador Mohamed II, soberano del imperio otomano se dirigió hacia el sur de Italia, a la zona más cercana a las costas de Albania, ya bajo dominio de los turcos.
 

Era 1479. Los turcos se acercaron con un ejército de 150 naves y 15.000 soldados hacia Otranto, que tenía en ese momento 6.000 habitantes y había dejado de ser custodiada por los aragoneses, que se habían trasladado a la Toscana.

Nada más comenzar el asedio, se exigió a los italianos a renegar del catolicismo y abrazar el Islam. Al rechazarlo, bombardearon la ciudad, la saquearon y mataron al arzobispo Esteban Pendinelli, y a otros religiosos. Era el 12 de agosto.

Al día siguiente, el comandante Bajá Gedik Ahmed ordenó que llevaran a todos los hombres supervivientes mayores de 15 años al campamento turco. Eran 800.

Se les obligó apostatar, pero en nombre de todos, Antonio Primaldo, se negó y dijo, según la biografía facilitada por el Vaticano, que preferían "mil veces morir antes que renegar de Cristo y hacerse musulmanes".

Bajá Gedik Ahmed ordenó que les cortaran la cabeza o el cuerpo, lo que se cumplió. Sus cadáveres quedaron insepultos durante un año, hasta que la ciudad fue liberada en 1481.”

 

Ante el recuerdo de lo acontecido hace aproximadamente 1033 años no me queda más que elevar a nuestro Padre que está en los cielos, acciones de gracias por el testimonio firme de estos hermanos, que no apostataron de la preciosa fe en Cristo Jesús, sino que prefirieron el martirio, dando testimonio Jesucristo y de la Palabra de Dios con sus vidas.

 

Oro al Señor que llegado el momento, seamos hallados dignos de recibir de parte de Dios Padre la gracia necesaria para dar testimonio de Jesucristo ante situaciones semejantes, que han de ocurrir en el futuro cercano, al igual que ocurre hoy en muchos países musulmanes, donde los cristianos son martirizados como en el pasado.

Enlace a la historia e los mártires de Otranto: http://es.wikipedia.org/wiki/Otranto 

sábado, 4 de mayo de 2013

LA PALABRA DE DIOS, EL PAPA FRANCISCO Y LA TRADICIÓN



 

El Obispo de Roma, el Papa Francisco expresa, apoyado en los dogmas del Concilio Vaticano II, que la Palabra de Dios y la Tradición Católica Romana están en el mismo nivel de Autoridad Divina, y el cristiano les debe a ambas, igual sometimiento y devoción.

 En su discurso a los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica del Vaticano, en el día 12 de Abril, aseveró:

 “Como se recuerda también en la mencionada constitución conciliar, existe una unidad inseparable entre Sagrada Escritura y Tradición, porque ambas provienen de una misma fuente: «La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas; manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin. La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo. La Tradición recibe la Palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación. Por eso la Iglesia no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción»”

 

Es comprensible que el Obispo de Roma busque afirmar su autoridad en la Tradición de la Iglesia, porque es de ella en la que está garantizada su primacía sobre la conciencia de millones de seres humanos que profesan la fe católica romana, porque no puede afirmarla sobre la Palabra de Dios, que han invalidado por siglos, siguiendo su Tradición.

 

La Tradición Católica Apostólica Romana, demostró por numerosos siglos, que fue enemiga de la Palabra de Dios. Por muchos siglos la leyeron en latín dentro de las iglesias frente a un pueblo ignorante, que desconocía ese idioma. Durante otros muchos siglos, al ser traducida a idiomas seculares, prohibieron leerla por temor a la libre y espontánea interpretación de las Escrituras. Persiguieron por medio de la Inquisición, torturaron y mataron en hogueras a quienes osaban tener una biblia en casa.
 

Ahora lo que nos cabe preguntarle al Papa Francisco, es ¿A qué Tradición se está refiriendo? ¿A esta que hemos señalado?

 

Pretende el Obispo de Roma decirnos que la Tradición está al mismo nivel de las Escrituras, cuando las mismas Escrituras nos enseñan lo contrario, porque por ella, se puede invalidar la Palabra de Dios, que fue lo acontecido en la Iglesia católica apostólica romana, quien invalidó la Palabra de Dios por siglos.

 

El apóstol San Marcos relata un encuentro entre Jesús y los fariseos y escribas judíos:

 

Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:
Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.

Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.”

 

Notemos como los líderes religiosos, en los tiempos en que Jesús se manifestó en carne, exaltaban la Tradición Religiosa: “¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la Tradición de los ancianos…?”  Ellos, al igual que el Papa Francisco, le daban a la Tradición una Autoridad sobre los creyentes, del mismo nivel de las Escrituras.

 

La respuesta de Jesús fue contundente: “Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres…”

 

Jesús nos enseñó en aquella ocasión, que la Tradición de los hombres, aunque esté basada en las Escrituras, puede contener desviaciones, que apartan el corazón del hombre de Dios, haciendo que practiquen un culto vacío y vano. También señala el peligro de enseñar como doctrinas, mandamientos de hombres.

 

Para Jesús, el Hijo de Dios y Verbo Encarnado, las doctrinas solo pueden ser las enseñanzas de Dios, a las cuales llama mandamientos o Palabra a ser obedecida. Nos llama la atención a la pretensión de los hombres de equiparar los mandamientos de los hombres con los mandamientos de Dios, que es lo que el Obispo de Roma pretende hacer.

 

El Señor nos alerta contra aquellos que buscan invalidar la Palabra de Dios con la Tradición. En la iglesia católica romana, la Tradición riñe con la palabra de Dios, motivo suficiente para desecharla, porque su Tradición empieza a definirse a partir del siglo IV, tiempo aquel en que por el poder Imperial de Roma, el Obispo de Roma adquiere supremacía sobre el resto de los obispos.

 

Existe una Tradición sana y venerable, digna de ser observada por todos los cristianos: la Tradición Apostólica. Esta Tradición fue celosamente guardada y defendida con la propia vida, por los Padres de la Iglesia Católica Apostólica, a la cual pertenecemos todos los que somos de la fe de Jesucristo a través de los tiempos. La misma se mantuvo inalterable hasta principios del siglo IV, cuando empezó a ser adulterada por obispos amadores de sí mismos y de los deleites terrenales.

 

La Tradición Apostólica reconocía las enseñanzas de los profetas y de los apóstoles como la Verdad revelada de Dios  para los hombres, y suficiente regla de fe y conducta para todos los que invocaren el Nombre de Cristo sobre sus vidas, todo lo cual estuviese fuera de esta Verdad, debería ser considerada como anatema.  

 

 

  

Exhorto al Obispo de Roma, al Papa Francisco y a todos los católicos romanos en el mundo, que abandonen esa Tradición nefasta de la iglesia de Roma que por siglos fue acumulando enseñanzas de hombres alejadas de la Verdad evangélica, introduciendo herejías destructoras dentro del pueblo de Dios; y, se vuelvan a Dios Padre y a su Palabra Encarnada, esto es a Cristo y encuentren sanidad a sus almas.

Enlace: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/speeches/2013/april/index_sp.htm